Samutpio. Kilómetro 100. Uribia
Entre colinas y desierto se encuentra Samutpio, una comunidad que tiene de un lado la línea férrea y del otro la rodean comunidades, como si quedara dentro de todo, sin vía de escape…pero quién escaparía de una comunidad que te hace sentir de verdad en la Alta Guajira, una que queda cerquita de Uribia. Todo esto lo cuenta Elias Silva, autoridad tradicional de la comunidad y quien nos recibe en este viaje.
El nombre de la comunidad, además de una traducción exacta al español que sería Samut que traduce zamuro (ave carroñera) y piou que significa nido o tierra, tiene una historia que nos cuenta su autoridad: “Los abuelos dicen que cada colina tiene su nombre. Esta -señala- es el propio Samutpio que quiere decir ‘nido de zamuro’ porque ahí se anidaban, se procreaban esas aves, es un espacio sagrado para nosotros, no entramos ahí porque queremos que los zamuros puedan procrear. Ellos tienen un tiempo en que se reproducen y ya los niños y los miembros de la comunidad lo saben. El zamuro, para que sepan, es también llamado buitre”.
En Samutpio, la mayoría se dedica a pastorear ovejas y chivos, a las artesanías. Y son vecinos de su propia familia. Sí, todos son familia. De un lado hay un tío de Elias, hermano de su mamá, del otro lado vive un hijo de su abuelo. Pero puntualizan en que todos son la misma gente.
Con sus treinta familias, Samutpio es una tierra de personas que vive por y para su cultura, que sabe el valor de conocer su historia, que se dedica a estudiar para mantener lo que tienen y lo que son. Lo confirma su colegio con 103 niños que va hasta el quinto grado, un centro de atención al infante y un espacio multipropósito que conocen quienes los visitan. Y ese es su sueño, formarse en lo cultural: “Pensamos ser el centro de todo lo que tiene que ver con beneficio de comunidades. Y soñamos con la educación porque sabemos que es la forma de cómo nosotros podemos entender cuál ha sido nuestro trabajo y cuál debe ser nuestro horizonte. Sabemos que la educación va a levantar a la comunidad, al wayuu, que no dependa de nadie. Que sean visionarios, empresarios de su comunidad”, afirma Elias.
Esta comunidad del kilómetro 100 de la línea férrea hoy está capacitando a las artesanas en su labor y a la comunidad sobre cultura, todo esto de forma voluntaria, porque su visión es ser el núcleo de estos temas, e incentivan a sus habitantes a ser ejemplo desde la casa. Y en ese mismo sentido, se formaron para llevar a cabo proyectos de fortalecimiento cultural, generación de ingresos, infraestructura para soluciones de agua, para educación y para beneficio de la comunidad, que trabajaron de la mano de Cerrejón: “Creamos legalmente un operador para ejecutar los proyectos, buscamos entre las autoridades a nuestra propia gente y trabajamos y cumplimos al 100% con lo requerido porque nos hemos formado, hemos estudiado”, asegura la autoridad.
Entre colinas se encuentra la tierra de los zamuros, del otro lado están las colinas de Lüaace, Potot’pa, detrás del cementerio está Jalesupa. Todas y cada una de ellas con su nombre. Samutpio, por su lado, un nido.