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Por Rebeca Yaneth Curiel Gómez – Docente magíster en Desarrollo Familiar.
La plaza de Riohacha ha sido testigo de muchos acontecimientos locales que han marcado la historia de este municipio capital, hoy elevado a Distrito Especial, la creación de la misma según lo señalado por el historiador local el Dr. Orlando Vidal Joiro data del 14 de septiembre de 1538; respecto a la catedral no fue sino hasta junio de 1580 que se inicia la construcción de nuestra emblemática basílica, y en 1887 se enalteció nuestro insigne Almirante Padilla en medio de la plaza y de paso se le asignó a la misma el nombre de nuestro prócer; ¡bueno! si sacamos cuentas tiene bastante rato de estar nuestro General allí custodiando fielmente el epicentro de los más grandes sucesos y celebraciones dentro de los cuales se destaca la fiesta patronal más representativa de nuestra tierra el de “La Vieja Mello” como cariñosamente la llaman sus feligreses.
Este año -y creo que por primera vez- el marco de la plaza Padilla adolecerá un 2 de febrero de la multitudinaria peregrinación de fieles y no tan fieles a la Virgen de los Remedios, y entretejo un poco de historia y resalto a nuestro Almirante, porque al observar la estatua ya mencionada vienen a mi mente algunas percepciones comportamentales que coinciden con los significados subjetivos que hacen parte del festejo, tal como lo apunto a continuación: La estatua de Padilla porta en su mano derecha un catalejo, el cual es usado para ver más de cerca y a detalle, ello contrasta con algunas realidades de la celebración porque, así como muchos van por devoción auténtica otros solo van a mirar y a que los miren, esa “pinta” la seleccionan con la debida anticipación, nada de improvisaciones. En su mano izquierda sostiene una extraña espada, que pareciera también simbolizar la “cortada” cuyo significado en nuestro léxico parroquial se relaciona con las críticas luego de la evaluación completa (entiéndase de pies a cabeza) de las que son objetos muchos de los que asisten, allí no se escapa nadie…quien fue bien vestido, quien no, quien está a la moda, quien esta gordo, flaco, en fin. Para muchos eso es lo mejor de la infaltable cita poder demostrar con su atuendo lo bien que están.
Mas allá de lo anterior, lo cierto es que la fiesta patronal entremezcla la fe, la devoción, la esperanza con finas fragancias, lino, guipur, organzas, y más recientemente, guayaberas exquisitamente bordadas, y digo que reciente porque los más tradicionales saben que lo obligado para ese día es el vestido entero (saco y corbata), algunos aún conservan esa tradición y no es extraño verlos con el “escaparate” puesto como se acostumbraba a mencionar esta vestimenta, a mi papa le escuche mucho ese término cuando se disponía ir a la plaza para la fiesta patronal.
Nuestro Almirante con una pose muy particular y muy elegantemente vestido también observa con soslayo cómo los políticos locales y los aspirantes a grandes cargos se toman el protagonismo de la fiesta, su sonrisa es como irónica; bien sabe él, que consolidó grandes luchas libertadoras, el significado de la traición y la deslealtad que aún simbolizan a los políticos actuales, cuya peregrinación en este distrito no tiene nada que ver con el significado sagrado que representa para muchos la Virgen de los Remedios, vienen a prometer a disfrutar de las invitaciones especiales a las grandes fiestas exclusivas y almuerzos que en algunos casos son epicentros de encuentros de amistades de vieja data y en otros la oportunidad perfecta para hacer el lobby necesario para satisfacer sus intereses particulares. Hasta en esa actitud la estatua de Padilla encuadra ¡qué maravilla! Él sabe que al final nos “fusilarán”, es decir, vienen se aprovechan, hacen sus componendas, pero no generan los escenarios necesarios para consolidar alianzas pactadas interponiendo como testigo a La Vieja Mello que realmente contribuya a lograr el desarrollo anhelado que merecemos todos.
Este 2 de febrero estarán nuevamente en el mismo escenario el Almirante Padilla muy tieso y muy majo y la Virgen de los Remedios, un poco más solitarios, el Covid-19 no descansa, ni respeta tradiciones ni festividades… ten la seguridad que si tú vas, él también estará allí viendo a quien se le “arrecuesta”. Toca a los creyentes encomendarse desde casa y seguir las transmisiones virtuales que se han preparado; algunos personajes distinguidos asistirán de forma presencial y otros envalentonados y envalentonadas asistirán sin que hagan parte del selecto grupo de invitados, riohacheros de pura cepa, raizales que han vivido la tradición heredada de generación en generación y que no conciben un día tan especial sin estar en el marco de la plaza. ¡Bueno! ¡ni modo!, allí estarán, espero que sea guardando las medidas y respetando las distancias establecidas, los tapabocas harán juego con la vestimenta, seguro que alguno estará recamado de mostacilla y canutillo; ya sabemos el refrán popular “primero muerta que sencilla”.
Alguien hoy me comentó: así es como señalas, pero los sentimientos que nos embargan son nostálgicos, ¿el que me pondré? hace parte de la vida y la historia de los riohacheros devotos a su virgen cada 2 de febrero, llega a mi nariz el olor a María Farina de Roger Gallet que los caballeros guardaban una porción especial para este día. En fin, mis inclinaciones religiosas están hoy fundamentadas en otro sentir; hace mucho tiempo ya, que no voy a la plaza un 2 de febrero, pero soy riohacherísima y conozco muy bien las tradiciones y costumbres que marcan nuestra historia. Como diría nuestro bien conocido Gerardo Toro… ¡Ligiaaaaaaaa! búscate un catalejo como el de Padilla, que así sea de lejos yo voy a ver quien estuvo hoy en la plaza, ¡si mijita! yo no me pierdo ese espectáculo, ¡no ve!