Namunashitou. Kilómetro 124. Uribia.
El tejido para el pueblo wayuu es una práctica cultural y herencia de generaciones pasadas. Es una forma de crear desde lo que son y representan. El tejido para Namunashitou es de arañas, como el de Wale’ Kerü, que según la historia de esta cultura fue una araña tejedora que cuando amanecía ya tenía hechas fajas y chinchorros.
Namunashitou es una comunidad de 45 familias, a la que se llega solo con saber el número del kilómetro. Si la gente quiere ver las artesanías, llegan diciendo que van a Namunashitou o a Satsapa, su comunidad hermana, es lo que nos cuenta María Esther Velásquez Epiayu, su autoridad tradicional.
En Namunashitou hay arañas con manos y pies, arañas de carne y hueso, para las que su tejido es el mejor por la calidad que tienen: “La calidad de los tejidos es por la puntada y se la debemos a la educación y al amor. Cuando una persona no entrega amor a su tejido hace la cosas aguadas, con mala fe y pierde su tiempo porque no se lo compran enseguida por la calidad, por la fuerza de la puntada”,afirma María Esther.
Para las artesanas de esta comunidad, este arte lo es todo: “La artesanía para nosotros es como orar para ustedes, algo que nos dejaron los antepasados, la abuela de uno, es algo que no podemos olvidar, es algo más grande. ¿Cómo decirte? Por calidad del tejido la gente dice: vamos para allá, allá si hay calidad de tejido y así vienen, bajan derechito. Hay personas que son amigas de uno y le buscan los clientes. Esto es como nuestra oficina, en vez de ir a dormir, yo voy a tejer. Yo estoy durmiendo y tengo mi totuma al lado con los hilos, y es como: ¡ay, mi tejido, no lo hice! y me pongo a hacerlo, así tejemos rápido”, asegura María Esther.
Esta herencia de los ancestros es la muestra de que la oralidad y el arte van de la mano. Lo asegura Clarita Uriana, miembro de la comunidad, quien se sienta a conversar con nosotros en su estado araña, mientras teje una mochila: “Sé del tejido gracias a mi abuela que me enseñó este arte, ella anteriormente hacia tejido de flecos de chinchorros, luego mochilas que vendía en Venezuela o cuando le hacían pedidos. El tejido tiene un valor ancestral para nosotras, según nuestra abuela es la araña que nos inculcó el tejido como una actividad en nuestra cultura. Sabes que la araña es experta en crear tejidos, por eso surge esta práctica que se ha impartido de generación en generación hasta el día de hoy”.
Namunashitou es sinónimo de artesanías de calidad porque se capacitan, porque tocan puertas para buscar recursos. Afirman que han recibido de Cerrejón formación en su arte para aprender a escoger qué colores combinan, cuáles son colores serios o vivos, y, además, por el refuerzo que hacen en su vista los médicos que la empresa les lleva para revisarlas y tener mejor salud visual. Esta comunidad, en el marco de la sentencia T-704 de 2016, realizó también con Cerrejón proyectos de generación de ingresos, culturales, y de infraestructura para beneficio de la comunidad.
Tejer es, entre otras cosas, entrelazar hilos, cordones, hacer punto a mano. El tejido para Namunashitou es de arañas, como el de Wale’ Kerü que, según la historia de esta cultura, fue una araña tejedora que cuando amanecía ya tenía hechas fajas y chinchorros.