Entre el pasado y el futuro

“si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente”

Por Roger Mario Romero

Cierto periodo, me he hecho la pregunta sobre el tiempo. ¿Qué es, pues, el tiempo? La respuesta coloquial es “el tiempo es oro”. A raíz de los hechos acaecidos durante y posterior a la pandemia, los individuos sentimos que el tiempo no nos alcanza. E incluso, no logramos entrar en nuestra realidad porque el mismo cronometro no nos alcanza para ello, siendo las mismas 24 horas, días y meses.

Durante siglos hubo una incertidumbre por conocer o, por lo menos, darle una definición al tiempo. Recuerdo un fragmento de San Agustín en sus confesiones cuando manifiesta sin vacilación que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Creo que el filósofo de Hipona tuvo razón, ya que entendió el tiempo como un estado del alma.

Sin embargo, la pandemia parece que nos esta mostrando otra cara, ya que no venimos como seres humanos construyendo futuro ni presente, sino el pasado.La pandemia por covid-19 nos devolvió al tiempo de la nostalgia, porque ante un presente ilógico y un futuro incierto, no queda otra opción que recordar con tristeza el pasado. Precisamente, ese acaecido durante 6 meses de nuestras vidas, donde el aislamiento obligatorio cambió la manera de enfrentar la vida. Nuestro presente nos está indicando que conceptos como justicia, razón, responsabilidad y virtud, son términos que han perdido vigencia en los modernos discursos. Conceptos tradicionales que debemos emplear para valorar nuestra posición actual y recuperar un marco de referencia para el futuro.

Leyendo a Hannah Arendt en El concepto del amor en San Agustín nos muestra como la lucha de Kafka comienza cuando el curso de la acción se ha puesto en marcha y cuando se espera que el relato que era su consecuencia se complete en las mentes que lo heredan y cuestionan. La tarea de la mente es la de entender lo que ocurrió y puede suceder, de acuerdo con Hegel, es la forma en que el hombre se reconcilia con la realidad; su verdadero fin es estar en paz con el mundo.

Se entiende entonces sobre las premuras del tiempo, que el problema consiste en analizar por nosotros mismos que, si la mente es incapaz de dar paz e inducir a la reconciliación, de inmediato se ve envuelta en los conflictos que le son propios. Sólo porque el hombre está inserto en el tiempo, se romperá en etapas el flujo indiferente de la temporalidad. La brecha entre el pasado y el futuro dejó de ser una condición propia y nos esta arrastrando a un eterno retorno que nos lleva a los acontecimientos y situaciones del pasado.

Vivimos en un mundo dominado por la producción, los medios de consumo, la búsqueda del bienestar, la competencia. Nos parecemos a Sammy, ese joven de la obra “Por qué corre samuelillo” que jamás se detuvo y está permanentemente
en busca del éxito, mientras el tiempo corre sin que se dé cuenta.

Así se encuentran nuestras realidades sin que nos detengamos a pensar si las esferas públicas y privadas, nuestra rutina laboral y nuestra propia salud, se encuentran estrechamente vinculadas. ¡Solo el tiempo lo dirá!

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