Estas reflexiones hoy las hago extensivas a mis lectores, no sin antes aclarar que nacen a partir de tantos cruces de mensajes, polémicas y rifirrafes virtuales con el colega docente y muy apreciado amigo Blas Medina. Se trata de uno de los más acérrimos antipetristas de La Guajira y bodeguero intenso de la ultra derecha en redes sociales. Blas es una muestra que no todos los docentes son de izquierda, ni que la escuela adoctrina solo para un lado. Hay que recordar que Blas Medina también es un absoluto apóstata, pues pasó de ser miembro de las juventudes comunistas en tiempos de la universidad a liberal, para luego ser godo premiado con cargo de secretario de educación en el gobierno de Jaider Curiel y hoy gran defensor y nostálgico de los gobiernos de Álvaro Uribe.
Decidí llevar al plano público esta polémica porque no solo de trata de mi colega y ex compañero de estudios universitarios, sino que hoy son cada vez más frecuentes publicaciones y comentarios que circulan que tratan de reflejar el panorama que a continuación, parafraseándolos, describo.
Según estos bodegueros anti gobierno: el país atraviesa su más aguda y honda crisis de la historia. Nunca el país había estado tan mal. La guerrilla (que según ellos ya estaba derrotada o no existía) ha revivido y tiene el mismo o más poder armado que antes de Uribe. Han regresado los secuestros, las extorsiones, el pago de vacunas, los paros armados, las retenciones de militares por parte de campesinos (según estos bodegueros, son guerrilleros disfrazados de campesinos). La narrativa que tratan de instaurar este grupo de personas es que hay un desgobierno, que ya no hay operativos contra la guerrilla, tampoco contra las Bacrim ni lo narcos, que la economía del país va para el piso, que las empresas van a quebrar, que miles de empleos se van a perder, que la reforma a la salud hará que tengamos que morir en las calles sin atención, que la reforma pensional hará que los pocos que gozamos de ese privilegio lo perdamos. En fin, entre un panorama caótico y los vaticinios de un apocalipsis se mueven estas publicaciones. Entonces, si el presente es crítico y el futuro catastrófico, solo queda añorar el pasado. Claro, ese pasado es antes de Petro.
De pronto, e “iluminados” por estos “sapientísimos” bodegueros e ilustrados por “intelectuales” de la política como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Polo Polo, Miguel Uribe o Rafael Nieto, los colombianos estamos comenzando a descubrir que estábamos en el paraíso y no nos dábamos cuenta. De pronto, resulta que tenemos uno de los mejores sistemas de salud del mundo, aunque solo de enero a septiembre del año pasado, la gente haya tenido que presentar 109.825 tutelas para que una EPS los atienda (Fuente: Defensoría del pueblo).
Ahora se nos quiere hacer creer que nada hay que cambiarle al sistema de salud como tampoco en lo laboral. Vivimos en un paraíso donde reina una completa armonía obrero-patronal, donde la noche comienza a las 9 y no a las 6 solo para que lo patrones no reconozcan el recargo nocturno a sus empleados. Vivimos en un paraíso donde las plataformas digitales engordan sus bolsillos, pero no pueden sacar para pagar la salud y pensión de sus trabajadores, donde los contratos a tiempo limitado y la tercerización se impone. Mejor modelo que ese no hay, somos la envidia de los europeos, así que nada hay que cambiar.
También somos un paraíso en pensiones, nada hay que reformar porque le daña el negocio a Sarmiento Angulo. En Colombia solo 4 de 10 cotizantes se pensionan (Fuente: El Tiempo), así que eso debe seguir así porque si se intenta una reforma, se pierde lo poco que se ha “ganado”.
Éramos un paraíso en seguridad. La guerrilla ya estaba “casi” derrotada (“faltaba solo matar la cabeza” en palabras de Uribe). Ahora, de repente nos hemos dado cuenta que aún siguen ahí. Que llegan a los pueblos a intimidar, que citan a los comerciantes y ganaderos y les cobran vacunas, hacen atentados a los militares y policías. Eso como que no ocurría en los gobiernos anteriores o, al menos, como que estos bodegueros vivían en Europa y no se daban cuenta.
De pronto como que aparecieron las extorsiones en este gobierno. Eso nunca se había visto. Mi amigo Blas Medina publicó, escandalizado, un video de un grupo guerrillero obligando a pagar vacunas: “Regresamos a los 90, eso ya no se veía en el país” escribió. Yo no se dónde vive el profe, porque hace varias décadas que aquí cerca, en la troncal del Caribe y límites con el Magdalena, las bandas criminales cobran vacunas. Hace poco publicó como algo “nunca visto en el país” el atentado de un despiadado francotirador de la guerrilla a un militar. No tardó mucho para que le ripostaran con muchos casos que ha ocurrido en esta guerra de más de 60 años en Colombia.
Mi amigo Blas y los que siguen su línea de oposición poco inteligente, hoy tienen una dura tarea: convencernos que vivíamos en el paraíso hasta el 7 de agosto del año anterior y que ha llegado un gobierno a derrumbar ese país de “libertad y orden”. El paraíso está en riesgo, lo malo es que he vivido en él y nunca me he dado cuenta.