Por. María Isabel Cabarcas*
Pasar por los populares kiosquitos ubicados en la Avenida Catorce de Mayo o Avenida de La Marina, y no recordar a Morocho, es imposible. Hace poco llegué hasta ese lugar, y hallé en el que lleva su nombre, a uno de sus nietos, Cristian, quien muy amablemente me contó notablemente conmovido que faltaban cinco días para su segundo aniversario. Quienes tuvimos el privilegio de ser sus clientes, lo recordamos de forma grata. Siempre sonriente, a veces cantando, nos recibía con una amabilidad tan espontánea como auténtica, que hacía que la experiencia de probar los deliciosos cocteles hechos a base de frutos del mar y los jugos que con tanto esmero preparaba, y ser atendidos por él mismo, fuese realmente agradable e integral.
Miguel Angel Seren Contreras, fue un hombre trabajador, servicial y amoroso, quien en compañía de su esposa, Oneida, atendió por más de 26 años, a miles de clientes en esa icónica zona del amplio sector turístico de Riohacha. Tuvo 12 hijos y 36 nietos. Nació en Tierra Bomba (Cartagena), y se dedicó al oficio de Marinero. Luego vivió en Barranquilla y de allí migró a Cali en busca de oportunidades. Posteriormente, debido a difíciles momentos vividos en esa ciudad, se trasladó a Maicao y luego a Riohacha. Su primer negocio en la capital de La Guajira fue una tienda, y luego el kiosko que llevaría su nombre. En su familia dejó una huella imborrable de amor por el emprendimiento, que impregnó a su descendencia del anhelo incesante de salir adelante a punta de trabajo arduo y honesto, tal como el mismo se los inculcó con su propio ejemplo.
Todos los Riohacheros sentimos una profunda tristeza por su repentina partida. Se que muchos lo comenzamos a extrañar, cuando en razón de su condición de paciente hipertenso, en las épocas de mayor calor, brillaba por su ausencia en aquel visitado local, privándonos de su especial forma de atender a la asidua clientela que en entre cantos, risas y amenas conversaciones se dejaban consentir el paladar. En todas esas ocasiones, su esposa, a quien cariñosamente llamamos “Negra”, lo remplazaba con lujo de competencias, demostrando también sus evidentes habilidades culinarias y sociales, manteniendo la mayor calidad tanto en la atención como en la excelsa preparación de los productos allí ofertados.
En un mundo en el que afán de dinero fácil pulula en el ambiente, personas íntegras y trabajadoras como Morocho se levantaron en medio de las dificultades y le apostaron al emprendimiento en tierras extrañas, demostrando que si se puede crear y sostener una microempresa aunque las circunstancias generadas por la evidente y profunda crisis que viene atravesando La Guajira, golpee avasalladoramente a los emprendedores y empresarios locales. Lo bueno se edifica con tiempo, paciencia, tesón y perseverancia.
En estos años de ausencia física, los hijos y nietos de Morocho, han recibido mensajes y consejos de clientes de todas partes del país y del mundo, quienes lo consideraron su amigo. Tanto en colombianos como en extranjeros, dejó un recuerdo indeleble, lleno de anécdotas, de sabor y de calidez por su singular forma de tratarlos. A Cristian le enorgullece que lo llamen “Morochito”, y que le digan que su legado culinario debe continuar y crecer. Sin duda, el amor que Miguel le profesaba a esta tierra, se convirtió en un motor para tocar corazones desde el exigente paladar de sus innumerables comensales.
Con mi corazón lleno de gratitud, cariño, respeto y reconocimiento por su memoria, y por su vida dedicada al servicio de la satisfacción de los antojos de su inmensa clientela, le hago este sentido homenaje con mis letras a mi querido “Moro”, a quien poco le importó mi nombre, pues para él siempre fui “La Reina”. Seres como el, perduran en la memoria del corazón, invadiéndonos de tanto en tanto de recuerdos y pensamientos bonitos, por la magnitud de la imborrable huella que dejó en la vida de quienes tuvimos la dicha de conocerlo, tratarlo y abrazarlo. Descansa en paz, Miguel Ángel Seren Contreras – Mayo 8 de 1952, Tierra Bomba (Cartagena) – Septiembre 25 de 2017, Riohacha.
Foto tomada de: Diario La Guajira.