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Crónica | La influencia de Calixto Ochoa en la vida musical de Diomedes Díaz

Por Juan Rincón Vanegas

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     @juanrinconv

  • -Dos campesinos a los que el folclor vallenato les hizo un llamado para que fueran grandes y regalaran alegrías cantadas-

Al cumplirse el natalicio número 88 del Rey Vallenato Calixto Ochoa Campo (14 de agosto de 1934), aparece una historia que hace parte del pentagrama que recorre con letra y música este bello territorio del Caribe colombiano.

Una de ellas es la influencia que Calixto Ochoa tuvo en la vida musical de Diomedes Díaz, quien le grabó un total de 33 canciones que se convirtieron en grandes éxitos.

Era tanta la admiración del célebre cantante por su ídolo que en una oportunidad al ir a realizar una presentación en su tierra La Junta, La Guajira, y quedarse a dormir fue el más grande anfitrión.

Estando Calixto Ochoa acostado en una hamaca y como hacía mucho calor, Diomedes Díaz se encargó por varias horas de echarle fresco con un cartón. Así era la humildad del cantor campesino.

Esa ocasión de la visita fue aprovechada por Diomedes para contarle sobre la admiración que le tenía desde muy niño, cantándole muchas de las canciones hasta sorprender a Calixto, no pensando que con el paso de los años ese humilde muchacho le daría la mayor satisfacción.

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Tiempo  después a Calixto Ochoa se le preguntó sobre con cuál de las canciones que le grabó ‘El Cacique de La Junta’, se quedaba. No dudó al decir que con ´La plata’ que inicialmente él la había grabado con el nombre de ´Por eso gozo’. En esa canción se marca con pelos y señales la realidad de la vida.

“Si la vida fuera estable todo el tiempo, yo no bebería ni malgastaría la plata, pero me doy cuenta que la vida es un sueño, y antes de morir es mejor aprovecharla”.

‘El negro Cali’ narró la anécdota cuando le contaron que Diomedes Díaz le había grabado la canción ‘La plata’, dijo que él no se acordaba tener una canción con ese nombre. Entonces tocó cantársela para caer en la nota y al cabo de los meses supo que tenía un buen dinero por las regalías musicales. Es decir, plata llamaba plata.

Dos biografías en una

Calixto, el hijo de Cesar Salomón Ochoa López y María Jesús ‘Mamachua’ Campo Pertuz, tuvo la gran virtud de narrar todo lo que circulaba a su alrededor, siendo el más prolífero compositor del folclor vallenato con más de mil 300 canciones, 667 de ellas registradas en Sayco.

En ese entorno musical vuelven a juntarse Calixto Ochoa y Diomedes Díaz, dos vidas paralelas enmarcadas en la canción ‘Mi biografía’. Es así como la mayoría de seguidores de ‘El Cacique de La Junta’ creen que es de su autoría, pero no. Claro, que él las escogía tan ceñidas a su personalidad que se identificaban al pie de la letra con las cosas que había vivido. Al final, es la historia viva del hijo de Valencia de Jesús, corregimiento de Valledupar.

“Como no la tengo escrita les voy a contar señores. A contar mi biografía desde niño hasta esta parte. Soy hijo de gente pobre, honrada y trabajadores y así luchando la vida me levantaron mis padres. Después salí a rodar tierra sin fin, dejando sola mi tierra natal. No tengo plata pero menos mal, que ya cambió mi modo de vivir”.

Esencialmente Calixto fue la estampa del hombre campesino que supo en el momento justo dedicarse a tocar su acordeón y componer canciones, dejando huellas que marcaron su gran historia musical.

Él tuvo una vida de sacrificios, de mucho esfuerzo y todo lo plasmó en cantos sencillos, claros, pero con melodías únicas, haciendo énfasis en la autora de sus días.

“Yo recuerdo que mi madre cuando yo estaba pequeño, con sus trajecitos viejos, me hacía mis pantaloncitos, cumpliendo con su deber, pasando miles tormentos y así me fue levantando hasta que fui un hombrecito”.

De otra parte, Dulsaide Bermúdez Díaz, su última y adorada compañera, lo definió de la siguiente manera. “El maestro Calixto, era el hombre de lengua activa que ablandaba cualquier corazón, el del ingenio popular, el compositor versátil que supo darle el toque preciso a su sincero amor al folclor vallenato”.

Seguidamente, añadió. “Él era humanitario, noble, sencillo, cariñoso, respetuoso y principalmente una persona de pueblo. Nunca se dejó tentar por la fama. Más humilde no pudo ser y nunca negó un favor. En el año 1994 se retiró de las presentaciones y se quedó con sus canciones que hacían parte de su alma”.

Dentro de ese historial folclórico y musical del ayer aparecen las palabras de Consuelo Araujonoguera, ‘La Cacica’, quien lo describió de la manera más precisa: “Calixto Ochoa…es extraordinario, es el representante de la clase vallenata que tiene sabor a tierra, a boñiga, a ganado, a campo, a trabajo, a sudor, a esfuerzo. Yo, diría que Calixto Ochoa es lo más auténtico dentro de la música vallenata”.

Sabiduría natural

Calixto Ochoa como Diomedes Díaz, tuvieron la más grande sabiduría natural, la inspiración necesaria para dictaminar con el corazón en la mano que al sentimiento se le tenía que cantar, así lo noche estuviera oscura y el día se negara a resucitar.

Definitivamente fue indudable la gran influencia que ejerció la música de Calixto Ochoa Campo, en el crecimiento artístico de Diomedes Díaz. Esto quedó referenciado en el gran número de  canciones que le grabó, aparte de otras que siempre cantó en sus incontables presentaciones.

La crónica se puede extender, pero es mejor aterrizarla en una de esas tantas canciones de Calixto Ochoa que ‘El Cacique de La Junta’ al lado de Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza, catapultó en el año 1982.

Se trata de ’Todo es Para ti’, donde se le llama la atención a una muchacha para que deje a un lado esos pensamientos matadores, que le querían partir el alma al compositor, quien la calmaba diciéndole que era su sombra, su calor y su esperanza.

Al final las letras flotan en el pensamiento y aparece la frase donde la palabra Gracias, se queda corta para exaltar a dos grandes: Calixto Ochoa y Diomedes Díaz, quienes nunca se cansaron de regalar alegrías cantadas. En ese sentido el dicho es preciso. “Al que le van a dar le guardan y si está frío, se lo calientan”

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