Alemania en la Cátedra

Por: Weildler Guerra Curvelo*

En muy buena hora la Universidad del Norte, en cabeza de su rector, Adolfo Meisel, escogió Alemania como el país invitado a la Cátedra Europa, un espacio de encuentro académico y cultural entre el Caribe colombiano y el mundo académico europeo. La Cátedra Europa ha sido considerada el programa institucional y el evento internacional más significativo de ese centro universitario. En mi opinión, dada la rica variedad de sus actividades y la calidad de los participantes, este evento constituye la perfecta confluencia entre el rigor investigativo y la estética académica.

La escogencia de Alemania es oportuna, pues, con motivo del Bicentenario, nuestro país debe reexaminar la trayectoria de sus relaciones con las naciones europeas, no solo desde los albores de la república, sino enmarcándolas en un horizonte temporal más amplio que incluya el periodo colonial. El país germano tuvo interés en nuestro territorio desde 1528, cuando la casa comercial alemana de los Welser obtuvo una capitulación para conquistar y poblar la llamada Gobernación de Venezuela y Cabo de la Vela. Para ello concibieron la traída de ochenta mineros alemanes, los que, según el historiador Juan Friede, fueron en su mayoría contratados en Silesia.

Entre ellos se encontraba Segismundo Enderlein, que viajaba acompañado de su esposa, quien recibía semanalmente un cuartillo de florín por la cocina y el lavado de la ropa a los mineros.

Como parte de su ambicioso proyecto, los alemanes le otorgaron a las ciudades en América una función muy diferente a la que daban los miembros de las huestes hispanas. Los germanos idearon la fundación de la utópica ciudad de Ulma, que debía levantarse cerca al Cabo de la Vela para explotar los bancos de perlas. Esta construcción no estaba animada por el propósito de poblar y morar. Ella debía ser una especie de campamento logístico que sirviese como base para las penetraciones germanas al interior del continente y protegiera el extremo occidental de la gobernación de Venezuela de las incursiones de Santa Marta.

Las expediciones de los alemanes Alfinger en 1530 y Federman en 1538 les permitieron explorar vastos territorios conocidos hoy como la península de La Guajira, el Valle de Upar, Santander, los Llanos y la altiplanicie muisca, en donde hoy se levanta Bogotá. El proyecto de los Welser fracasó en medio de dramas violentos que culminaron con la muerte de todos los mineros alemanes, de centenares de indígenas y de los principales expedicionarios, como el propio Alfinger. De su paso nos queda un libro: La Historia Indiana de Nicolás de Federman  publicada por primera vez en 1557. Esta obra es concebida como una pionera aproximación descriptiva de diversos pueblos indígenas que el conquistador alemán encontró en uno de sus viajes.

De la presencia germana en el siglo XVI nos quedó también una utopía, la nunca concretada ciudad de Ulma, antecesora de Riohacha. El proyecto alemán partió como toda utopía, de la facultad de imaginar territorios y ciudades ajustados a sus ideas, del propósito de modificar el mundo encontrado en esta parte de América e intentar sustituirle por un orden radicalmente diferente.

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