Por Abel Medina Sierra – Investigador cultural*.
Con mucha hilaridad, y también con curiosidad, disfruté un meme que me llegó en estos días. Palabras más o menos, su texto era: “Qué se habrá hecho el que vende los petos, tiene días sin pasar. ¿Será que se lanzó al concejo?” La caricaturesca broma, es sintomática sobre la principal actividad para muchas personas en estos días: buscar una vacante en los más reñidos sitiales del poder; una silla en los cargos públicos de elección popular. Aunque en el municipio donde más curules hay, no pasan de 15, son cientos los candidatos que tratan de convencer a los electores, sin estar ellos tan convencidos, que merecen estar en la élite de los “honorables” concejales, diputados, solo para referirnos a esos dos cargos.
Ser candidato está de moda, y como quienes siempre están a la vanguardia de la moda son los jóvenes, llama la atención la cantidad copiosa de candidatos casi imberbes y que apenas alcanzan la mayoría de edad en esta contienda y en todos los municipios de La Guajira. También llama poderosamente la atención que, entre estos, resalta positivamente la participación femenina: las chicas van tras el poder.
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Eso, a primeras, parece ser una buena y alentadora noticia. Venimos de un largo periodo de apatía política de los jóvenes, una actitud de menosprecio e indiferencia hacia el compromiso político, un fenómeno que en España curiosamente han denominado “meimportaunculismo”. Se trata del desencanto que sucedió a la militancia que involucró a los jóvenes latinos después de la revolución cubana, las banderas de la izquierda y los movimientos universitarios de finales de los 60s y los 70s. Ante el fracaso o desgaste de sus banderas, los jóvenes se alejaron del ejercicio de la política: la casi nula militancia, o la participación contingente (solo para buscar una chamba), el abstencionismo, la apatía al debate político se volvieron parte del estilo del ser joven.
Sería una muy esperanzadora noticia que los jóvenes guajiros hayan despertado su interés por el ejercicio ideológico y estemos en presencia de un verdadero relevo generacional en la clase dirigente. Pero, ¿si es esta la verdadera razón por la que hay tantos chicuelos pegando afiches y haciendo bulla con sus jingles a la caza de reguetoneros votos en La Guajira? Lo pongo en duda; porque, salvo muy contadas excepciones, son jóvenes sin ninguna militancia, nunca han defendido una bandera, ni una causa social, ambiental o comunitaria, ni siquiera para bañar los perros de la calle o con el liderazgo de organizar algo más que una pijamada o un despeluque juvenil.
La gran cantidad de jóvenes que aspiran ser co- gobernantes en ciudades como Riohacha y Maicao, son verdaderos anónimos en los círculos de opinión, en los debates públicos. Muchos se creen que, por tener cientos de amigos y likes en redes sociales y por ser un personaje que no falte en cuanta gran fiesta haya, ya tiene las credenciales para gobernarnos. “No han organizado ni un campeonato de bolita ‘e uña” es un dicho popular que bien cabe para narrar la trayectoria de gestión y liderazgo de los cientos de jóvenes cuyas caras vemos en carros y paredes por donde quiera metamos la vista.
De pronto, y pongo el caso de la capital, muchos de ellos estén pensando que, si en esta ciudad se eligieron alcaldes tan “intachables” como Wilder Ríos, tan “geniales” como Jaider Curiel o tan “elocuentes” como Juan Carlos Suaza, hay muchas posibilidades para que cualquiera, con un bajo perfil de liderazgo y preparación, ocupe una curul y se gradúe de “honorable”, se pasee en buenos carros y con guarda-espaldas.
El boom de jóvenes candidatos, además de hacer parte de un afán por la vitrina y la figuración más que por una vocación de servicio social y comunitario, tiene explicación en que a los veteranos de la política ya no les gusta figurar tanto y prefieren apadrinar a hijos o sobrinos, mientras ellos son los que toman las grandes decisiones y disfrutan de los privilegios contractuales.
¿Un renovado interés por la política y el compromiso social? ¿O solo se trata de esnobismo para seguir la tendencia del simulacro y el arribismo social? ¿Están estos chicos preparados y concientizados para gobernarnos de una forma distinta a como lo han hecho sus antecesores? Yo no lo creo, ojalá el tiempo me abofetee con lo contrario.