En esta democracia imperfecta, que es Colombia, ocurrió de todo ayer 17 de junio de 2025. Pero al final, aunque no se crea, ganamos todos. Más que nunca, se nota la tridivisión de poderes públicos y la prevalencia del Estado social de derecho, a pesar del ambiente pugnaz y peleonero.
Recordemos que hace más de un mes, el Congreso de la República hundió la Consulta Popular original -luego vendría una segunda-, por lo que, en controversial reacción, el presidente Gustavo Petro Urrego expidió el denominado “decretazo”, que no es más que, la convocatoria a votar en la consulta el próximo 7 de agosto del año en curso.
Obviamente, la actitud del jefe de Estado, crispó a sus malquerientes, pero también agradó a su galería. “La piquería es para picar”, se dice en el argot del vallenato, pero hasta los petristas -yo lo soy-, sabemos que hay muchas dudas sobre la legalidad de ese decreto y también de si pasa o no, el filtro del control judicial. Personalmente, como abogado, no creo que sobreviva. En todo caso, mientras que los tribunales no se pronuncien, el acto administrativo del presidente se presume legal y debe aplicarse.
Sin embargo, la pita la enredó ayer mismo Hernán Penagos Giraldo, quien es el registrador nacional y un antiguo congresista del Partido de la U. Él anunció que antes de poner a rodar la logística de la consulta, pidió un concepto al Consejo de Estado sobre la controversia en que nos mete el decretazo presidencial. Mejor dicho, la congeló. Habrá que preguntarse: ¿para siempre?
Petro y su ministro Armando Benedetti -costeños los dos-, que no se distinguen por ser de buenas maneras, calificaron a Penagos de sedicioso —alzarse contra el Estado—, por impedir el normal tránsito y operación de una decisión del jefe de Estado.
De manera paralela, desde la mañana de ayer 17 de junio, el Senado entró en la discusión de la reforma laboral que llegaba a su último debate. Quienes lo seguimos, terminamos de entender el rol de Benedetti y porqué Petro se la juega con él, a pesar de sus confesiones y vida polémica. El Senado, tal vez a regañadientes, sacó avante una reforma laboral que se ajusta más o menos al proyecto gobiernista que mejora, sin duda, las condiciones laborales.
En ella, es de destacar el incremento del valor de los recargos nocturnos, de dominicales y festivos, y la duración de la jornada nocturna. Pero, en mi opinión, el ítem aprobado más importante, es que el contrato de aprendizaje sea laboral, como lo era antes de la Ley 789/03. Es traerles a los aprendices, un trabajo digno, decente y con derechos a sindicalizarse -si les provoca-, a prestaciones, a la seguridad social y a la negociación colectiva, entre otros. Aunque falte la conciliación, que debe hacerse antes del 20 de junio -¡pasado mañana!-, podemos cantar victoria desde ahora: será Ley de la República.
Por otro lado, y post votación de la reforma laboral, el Senado, casi sin quórum, hundió la consulta 2.0. Era previsible, aunque Petro anoche volviera a criticar, no creo que haya un nuevo “decretazo”. Ayer también, se conoció la decisión de la Corte Constitucional sobre la multidemandada -más de 40 demandas- contra la Ley 2381/24, o sea la reforma pensional. El alto tribunal, no se pronunció sobre el fondo del asunto, sino sobre las formalidades incumplidas en el trámite de la ley en el último debate, en la Cámara de Representantes.
La corte encontró un vicio subsanable, afortunadamente, pues —ya sabíamos—, que el gobierno había hecho peripecias para lograr su aprobación. Aunque aquella suspendió la entrada en vigencia, se confía en que la cámara honre su compromiso con el país.
Reitero, estas frenéticas y calenturientas 24 horas, solo tiene ganadores en las tres ramas del poder público: gana Petro, con dos grandes trofeos traducidos en las reformas pensional y laboral; gana el Congreso, que le cumple al país; y gana la rama judicial, pues optó por una decisión que repara el ordenamiento jurídico. Incluso gana la Registraduría, pues pierde razón de ser la consulta y nos ahorramos una plata. En fin, ganamos todos.
