En el marco del reciente Día Mundial de las Abejas, Uniguajira hace un llamado a la protección de estos polinizadores fundamentales para la vida en el planeta. Diferentes estudios científicos ratifican que este insecto además de asegurar la biodiversidad, también juega un papel clave en la producción de alimentos.
Uno de los ejemplos más inspiradores de este compromiso de la Alma Máter nace en la vereda Alto San Jorge, ubicada en Mingueo-La Guajira, donde un grupo de campesinos del que hace parte Rafael Ángel Blanco Almazo, estudiante de cuarto semestre del programa de Ingeniería Ambiental, impulsa el emprendimiento Miel El Caracolí, el cual tiene como objetivo la conservación de dichas especies y promover su polinización a través de la apicultura sostenible.
Además busca generar la producción de miel, cera y propóleo, como productos naturales y con valor agregado que surgen del trabajo responsable. Se destaca que este proyecto lo integran siete campesinos, cada uno a cargo de su colmena, lo que también fortalece el tejido social de la comunidad.
Apicultores de Miel el Caracolí durante el proceso de extracción de la miel.

“Emprendimientos como Miel El Caracolí no solo protegen a las abejas, sino que educan a la población sobre su valor. Desde Uniguajira, brindamos apoyo técnico y académico a estos jóvenes que entienden que conservar es también producir. Son ellos quienes están sembrando el futuro con conciencia ambiental”, expresó Ana Espinosa Romero, directora del programa de Ingeniería Ambiental de la institución.
Por su parte, Rafael Ángel Blanco, cuya pasión por las abejas surgió gracias a la influencia de su padre, enfatiza que su propósito va más allá de la producción. “Queremos enseñarles a las personas que las abejas no son peligrosas y que, a través de esta iniciativa, cambie su percepción, capacitándolas sobre cómo convivir con ellas y evitar al máximo la eliminación de estas especies”, puntualizó el estudiante.
Es importante mencionar que esta idea de negocio, originada en el corazón rural de La Guajira, demuestra que el desarrollo sostenible es posible cuando se une el conocimiento académico con el saber tradicional. Es por ello, que desde la Alma Máter se impulsa de forma permanente la educación ambiental, la investigación aplicada y el respaldo a proyectos que nacen en la zona rural.
Natasha Bustamante Payares
Periodista Uniguajira