Por Weildler Guerra Curvelo.*
Las relaciones de Bolívar con Luis Aury, una figura destacada de nuestro proceso de independencia en el mar, no tuvieron un desenlace feliz. El Comodoro francés Luis Aury, quien desalojó a los realistas de la Vieja Providencia y Santa Catalina tuvo continuas discrepancias con el mando republicano, especialmente con el Almirante curazaleño Luis Brion, y terminó sus días aislado del circulo político de Bolívar en la isla de Providencia en donde murió en 1821.
Las diferencias entre Aury y Bolívar comenzaron tempranamente. En una carta fechada el 25 de febrero de 1816 en Haití, Bolívar se niega a reconocer a las embarcaciones de Aury como parte de la flota republicana mientras enarbolen el pabellón mexicano. Bolívar le recuerda al francés que él fue uno de los oficiales más distinguidos en la defensa de Cartagena y en su evacuación. Le reprocha haberse comprometido con el gobierno mexicano “que no será reconocido ni puede serlo por no tener un agente acreditado”. Las naves que transporten a las tropas independentistas solo deben tener una bandera: la de la Nueva Granada.
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Otros motivos de discordia eran las deudas que Luis Aury cobraba por sus servicios a la causa de la república. Bolívar consideró que esas antiguas obligaciones eran injustas al exigir más sacrificios a un pueblo cuyos recursos estaban ya agotados. Le pide a Aury poner todas sus embarcaciones bajo la suerte del pabellón para el cual han sido armadas y “obedecer las órdenes que yo haré comunicar a su tiempo y lugar por el comandante de nuestra flotilla”.
A pesar de las advertencias de Bolívar la flota de Aury navegaba en 1818 en aguas del Caribe enarbolando la bandera albiceleste de las provincias confederadas de Buenos Aires y Chile, colores que perviven en la enseña del actual departamento archipiélago de San Andrés. Al mando de esta flota Aury libera a estas islas el cuatro de julio de 1818, un año y un mes antes de la batalla de Boyacá. Aunque opera bajo insignias extranjeras Aury invita en su proclama a la unión “para obtener la independencia y preciosa libertad que es el fin y recompensa de todos nuestros esfuerzos o una muerte digna de los hijos de Colombia”.
Al año siguiente el Comodoro realizó operaciones armadas en Centroamérica y al enterarse del desembarco de tropas republicanas en Riohacha bajo el mando del Almirante Brion y el Coronel Montilla en marzo de 1820, se movilizó hacia el continente y ofreció su flota para la liberación de los puertos del Caribe colombiano, pero este ofrecimiento fue rechazado de manera humillante.
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Afirma el historiador Edgardo Pérez Morales en su obra sobre los corsarios de Cartagena durante la era de la revolución: No Limits to Their Sway (2018) que los corsarios han sido representados como mercenarios marítimos, combatientes sin lealtad real y con poca disciplina, pero fueron cruciales para ganar la guerra, aunque no tenían el estatus de personal regular de la marina. Según este autor Aury y los marineros afrocaribeños a bordo de las naves corsarias “se encontraban en el centro de las tensiones importantes entre la esclavitud y la libertad, la revolución y la contrarrevolución, el antiguo régimen y las nuevas repúblicas, la jerarquía y la desobediencia, y la tierra y el mar”.
Como lo refleja la carta de Bolívar, al igual que otros corsarios Luis Aury tuvo que ajustar sus objetivos personales y su propia ideología política con la dinámica cambiante de los conflictos internacionales y conciliar su genuina convicción acerca de la causa de Colombia d con su interés personal de obtener ganancias y gloria.
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