Palastaule. Kilómetro 33. Maicao.
Entre papayas, berenjenas, frijoles y otras siembras camina Rafael Ipuana, líder de la comunidad indígena de Palastaule. Este wayuu de hablar pausado cuenta, mientras avanza entre los cultivos, sobre el poder de trabajar unidos en comunidad y cómo, un día, esa unión -y el diálogo- hicieron brotar lo más valioso para su territorio: el agua. Desde entonces, ya nada les queda grande.
“Todos somos unidos gracias a Dios”, dice Rafael mientras es interrumpido por Mayerlin Ramírez, miembro de la comunidad, “Eso es lo que nos hace únicos. Siempre que nos llega una visita decimos: me toca tal cosa, me toca decorar, me toca dar la bienvenida. Estamos siempre unidos para hacerlo, para lograrlo”.
Esa unión nace de la tierra en Palasutale, porque allí, afirman, está la raíz de todos: el ombligo de sus abuelos, de sus nietos, de sus hijos y de las futuras generaciones. Para sus habitantes, ese es el motivo por el que permanecen en el territorio: porque representa su hogar, su sentido profundo de pertenencia y la fuerza de la unión familiar.
Esa característica que los hace tan únicos se vio reflejada en un proceso del que fueron protagonistas: la sentencia T-704 de 2016. Fue un camino de escucha, ajustes, propuestas, de volver a escuchar e intentarlo una vez más. Cada paso que dieron generó impactos reales para Palastaule. De manera autónoma, y con una unión especial, definieron sus prioridades bajo las líneas de generación de ingresos, soluciones de agua, fortalecimiento cultural e infraestructura para beneficio de la comunidad, y, claro, lo que hoy más celebran: la llegada del agua, gracias a la construcción de un pozo profundo con sistema de paneles solares y de un tanque elevado para el almacenamiento del líquido con redes de distribución al interior de la comunidad. Para Rafael, en una frase, todo eso es motivo de gratitud: “Le doy gracias a Dios y a Cerrejón por todo lo bonito que ha traído. Nos dio el agua, mangueras para cada casa, el kiosco… No tenemos quejas”.
Mayerly y Rafel podrían conversar por horas, juntos, sobre lo que significa Palastaule: “Para mí esta comunidad significa mucho porque aquí nacieron mis abuelos, nació mi mamá, y como dicen nuestros ancestros: nuestros ombligos están aquí y aquí nos quedamos” dice Mayerlin, mientrasRafael también destaca ese arraigo: “Crecimos aquí. Es una comunidad muy bonita. ¿Por qué bonita? Por todo lo que tiene: agua, qué comer, tiene todo”.
Si quieres conocer la comunidad, “se llega derechito”, como menciona Rafael. Solo hay que tomar la vía que desde Albania conduce a Cuatro Vías de Maicao y girar a la derecha en el kilómetro 33. Ahí está Palastaule. La comunidad donde la palabra «unión» no es promesa, sino práctica. Donde esa unión se transformó en agua, la esperanza en cosecha, y el diálogo en puente.
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