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Por Cesar Arismendi Morales.
Desde las ciencias sociales y económicas se ha venido señalando que contar con recursos financieros en la gestión pública no es lo sustantivo para propiciar condiciones de desarrollo local y mucho más en el contexto de la pandemia por el COVID -19. Lo crucial para propiciar mejores condiciones de vida es contar con instituciones de calidad. La asignación de recursos escasos del Sistema General de Regalías realizada por el exgobernador Roys Garzón en proyectos que si bien se requieren y se justifican administrativamente, un sector importante de la ciudadanía los ha señalados como no prioritarios, evidenciando que esta decisión no estuvo alineada con el Plan de Desarrollo Departamental de La Guajira “Unidos por el cambio 2020- 2023”, ni con las necesidades más sentidas de la población.
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Todo indica que por ahí es la cosa y que no se procesaron otras alternativas de inversión. Con la información disponible sobre la distribución de cerca de $300 mil millones de pesos, durante estos días y de manera ponderada regresé a la lectura de la matriz plurianual de inversiones de la Gobernación de La Guajira y allí no se encuentran esas iniciativas que ejecutarán los municipios beneficiados. Tampoco en los textos, enunciados y ejes estratégicos del plan. Ello no habla bien de la calidad técnica de las decisiones tomadas, ni de la institución que representó como funcionario público.
En la Universidad de La Guajira a los estudiantes de desarrollo económico les reitero permanentemente que en la teoría de la planeación estratégica situacional, la urna de cristal no puede convertirse en una trinchera del mandatario, sino en un referente práctico para comunicar e interactuar con la sociedad a través de realizaciones y el buen gobierno, lo que requiere experiencia, experticia y un proyecto político, capacidades reunidas en el mandatario saliente.
En el claustro universitario del km 5 salida a Maicao, he compartido que el gobernante que se refugia en las paredes del despacho y en los soportes cálidos que provienen de amigos, grupo familiar, jefe político, equipo burocrático y la coalición, pierde de vista lo más importante de la misión pública, que es llevar en hombros la carga de los demás para intervenirlas con soluciones pertinentes. Esto determina el ADN del gobernante estableciendo la diferencia entre el gestor colectivo y el individual.
En lo público hay que dudar siempre, por ello la gestión de gobierno es una permanente disyuntiva en donde la escogencia se realiza a partir del costo de oportunidad considerando las ventajas comparadas entre opciones y desechando lo que puede ser importante, pero socialmente inútil. Esta es la lógica del experto en planeación y del estratega. Si en ese propósito el gobernante se equivoca, que sea con nuevos errores como el paso previo del aprendizaje, pero en este caso, los hechos indican que son los de siempre.
La sociedad civil requiere de explicaciones claras y contundentes para que los guajiros podamos aprender la lección y pasar esta nueva página de la historia regional caracterizada por el alto perfil técnico del gobernante, esperanzadoras acciones y promesas, destellos de luces, uso precario del diálogo con enfoque hacia el cambio social planificado, dudosos resultados intermedios y un opaco final.