Por Angel Roys Mejía
El viernes 14 de septiembre de 1545 a las 3:45 de la tarde unos visionarios pescadores de perlas nómadas provenientes de las Islas Margaritas y las Antillas avistaron desde sus embarcaciones el delta de un rio que armaba un tridente al desembocar sobre la playa. Los margariteños habían zarpado de Cubagua rastreando los bancos de perlas resguardados en arrecifes y en las comunidades de ostras que frecuentaban las nutritivas aguas vertidas por el rio Seturma.
El hallazgo en la desembocadura del riito motivó la estadía prolongada de los viajeros y su decisión de fijar población. A la villa en ciernes la llamaron Rio de la hacha. En poco tiempo se originó un vertiginoso movimiento de comerciantes, que industriosos empezaron a dimensionar lo que se convertiría en la primera ciudad comercial y portuaria del Caribe.
Las perlas se transformaron en fuente de divisas. Hubo necesidad de fundar una entidad bancaria, adecuar embarcaderos, construir bodegas, habilitar mercaderías, instalar fábricas de navíos. Los inversionistas y pobladores imaginaron una ciudad sostenible y funcional. Empedraron vías para proyectar la comunicación con otras poblaciones, colonizaron las laderas del rio con árboles para proteger su lecho y construyeron dársenas para el aprovechamiento y potabilización del agua.
El crecimiento de la ciudad interesó a los reyes católicos quienes, en contraprestación por un collar obsequiado a la reina, enviaron la imagen de la virgen protectora, apropiándola la feligresía con la advocación mariana de Remedios. La devoción a la “vieja Mello” tuvo especial impacto en la honestidad de administradores y gobernantes, los recursos públicos se cuidaban con celo y las inversiones hicieron en breve tiempo un milagro en infraestructura y desarrollo, sin necesidad de que su corona cayera.
Los nativos construyeron el hospital público, el mercado, el gran malecón de la ciudad como terraza agradable para el torrente de visitantes que la frecuentaban provenientes de distintos lugares del mundo. Los desafíos de la pujante urbe obligaron la institución de la educación escolar y en breve tiempo, la necesidad de profesionalizar los oficios y la demanda de expertos, fundando la primera Universidad del caribe.
El interés del mundo se fijó en la villa del Rio de la hacha; migrantes ingleses, sefarditas, africanos, europeos, americanos y latinos de todas las esquinas empezaron a llegar para quedarse. La mayoría portaban capitales para forjar emprendimientos que atendieran las demandas locales y de los mercados de la cuenca amplia del caribe, necesitados de ser atendidos. Se construyó un teatro emblemático para resguardar las artes, se inventó el hielo y su conservación, por una transferencia ancestral descubrieron que el fruto del dividivi servía para teñir los cueros. La prosperidad de las bonanzas encumbró a la ciudad convirtiéndola en faro de la civilización, el desarrollo y la prosperidad americana.
La tradición, costumbres y cultura de los pueblos antiguos, herederos y dueños de las tierras antes de la llegada de otras visiones del mundo, concurrieron en una comunidad plural fundada en el respeto. Se concertó un marco institucional para su protección y patrimonialización en territorios resguardados con garantía y acceso a bienes y servicios dispuestos por el gobierno.
La ciudad creció y a pesar de ello, cuando llovía los impactos del invierno no se percibían por la adecuada disposición de las aguas lluvias y correntias; sol y brisa eran fuentes de energía garantizando una urbe sostenible, ordenada y limpia. Nunca hubo necesidad de caminos ilícitos, de torcidos, de contrabando o tráfico de narcóticos. No hubo jamás guerra entre familias. Había trabajo y bienestar para todos. Cinco siglos tomó a la metrópoli su evolución.
Colofón: La palabra ucronía en griego antiguo nos describe un tiempo o una realidad que no fue. He leído recientemente en el plan lector del Clan IIsho, el club de lectura al que pertenezco, El hombre del castillo del novelista de ficción americano Philip K. Dick, obra hipotética que teje una trama sobre una realidad alternativa en la que Alemania y Japón ganan la segunda Guerra Mundial. Un quiebre en la historia y un desafío para la imaginación, tratar de asimilar como hubieran sido las cosas. Pero como se pueden dar cuenta los alemanes perdieron y “tamo” en Riohacha.