*Las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de sus creadores y no reflejan la posición editorial de revistaentornos.com
Por: Milad Estrada –Secretario de prensa Asodegua
El 21 de marzo de 2020, en medio del inicio de la pandemia global que aqueja al mundo, y que ha cobrado más de cinco millones de vidas de todo el planeta, el gobierno de Iván Duque Márquez, creo el ‘FOME’ Fondo de Mitigación de Emergencias, con el fin de contener o mitigar el impacto que pudiese generar la pandemia en el país.
Bajo el Decreto 444 del 31 de marzo de 2000, se apropiaron inicialmente 15.1 billones de pesos, provenientes del Fondo FAES, o Fondo de Ahorro y Estabilización del Sistema General de Regalías –SGR- y del FONPET.
A corte del 4 de agosto de 2020, se adicionaron 10.4 millones más para un gran total de 25.5 billones de pesos de los cuales, según los informes del Ministerio de Hacienda y Crédito público, solo se habían ejecutado el 29% del recurso asignado. Datos que confirman además el informe dado por el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana.
Es importante señalar además que los ejes de acción, sobre los cuales se sustentan la creación de dicho fondo era la atención de la emergencia sanitaria, potenciando y robusteciendo la atención en salud, la ampliación de la oferta del sistema, su aseguramiento, la estrategia PRASS, y el Plan de Vacunación.
Pero además debía ocuparse de la atención a la población vulnerable, y la protección del empleo.
Por otra parte, de todo ese caudal de recursos con los cuales se creó el FOME se destinó un monto para atender los retos, complicaciones y nuevas realidades del sector educativo. Es así como un informe del Ministerio de Educación, desde marzo del 2020, a febrero del 2022, se han girado al sector educativo, no menos de 899 mil millones de pesos.
Ya próximo a cumplirse dos años de haberse registrado el primer caso de contagio y muerte por la Covid 19 en el país, superando hoy los 138 mil muertos por la pandemia, es innegable que, al hacer el balance del manejo del fenómeno, pandémico, así como de los fondos destinados para mitigar su impacto, las dudas e interrogantes acerca de la eficacia y eficiencia del manejo de los recursos y la implementación de políticas públicas para contener su impacto hoy, saltana la vista.
Hoy, después de dos años se han desnudado situaciones concretas en lo deficiente, desfinanciado y desacertado que está el servicio de salud pública en Colombia, representado en su red pública hospitalaria al igual que el sector educativo, que antes de la pandemia y por cuenta del acto legislativo 01 del 2001, ya venía arrastrando un gran déficit presupuestal de 20 años y que le ocasionó seis grandes brechas en temas cruciales como: El acceso universal, la canasta educativa, la jornada única, las relaciones técnicas, la infraestructura, y lla educación rural; a todas estas hay que sumarles una séptima en tiempos de pandemia, y es l conectividad, agravada por el acto de corrupción de los $70 mil millones de la ministra Abudinen.
En el marco del presente análisis, es importante señalar que los ejes de acción sobre los cuales se sustentó la creación del –FOME-, no se han cumplido, porque es claro que no se logró robustecer eficientemente la red pública hospitalaria, y antes por el contrario, se fortaleció la chequera y las ganancias de las EPS con dineros públicos, en materia del mejoramiento y recuperación del empleo, se favoreció a las grandes empresas y a la banca en detrimento de la pequeña y mediana empresa, y lo que es peor, no se pudo asignar un recurso seguro a la presencialidad educativa porque los recursos que tanto se cacarearon para el sector educativo nunca llegaron de manera efectiva a las instituciones.
Por todo lo anteriormente escrito en el presente artículo, es imperativo señalar que el –FOME-, o Fondo de Mitigación de Emergencia, solo h servido para ser un foco más de corrupción, clientelismo y burocracia que robusteció, eso sí, la gran chequera del aparato de gobierno y del centro democrático para la próxima contienda electoral.
