Ruth

En su faceta más íntima y personal, siempre fue una mujer joven. Mucho más por dentro que por fuera. Su apariencia rozagante, su piel lozana, su mirada brillante, su sonrisa permanente, la hacían lucir como una persona de menor edad de la que en realidad tenía. Pero no porque fuera el resultado milagroso de fórmulas cosméticas, dietas matadoras o entrenamientos físicos extenuantes. No. Su prestancia y su pergenio eran la consecuencia natural de su sentido optimista de la vida, su espíritu jovial, su sentido del humor, sus carcajadas estruendosas y su belleza interior que terminaban reflejándose en su buen semblante y su porte.

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