¡Libertad para Eduardo Diazgranados!

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Por Abel Medina Sierra – Investigador cultural.*

Con profunda consternación recibí la noticia del secuestro del gestor cultural y docente Eduardo Diazgranados Márquez en la zona rural de Limoncito, municipio de Maicao. Además del impacto emotivo que representa el plagio de un amigo cercano, la mayor impresión fue la sorpresa, pues a nadie que lo conozca se le podría ocurrir ni remotamente la idea que Eduardo calificara como “secuestrable”.

Al conocerse la noticia de su rapto, junto a dos acompañantes de la familia Ramírez, parcialidad que tiene su asentamiento en Limoncito, se pensó que se trataba de un alto representante del consorcio Alpha que, tiene a cargo una de las licencias para parques eólicos en el departamento. Incluso, el jefe de prensa del municipio de Maicao, Rafael Peñaloza, en sus primeras informaciones divulgadas hablaba del “ingeniero Diazgranados”. Nada tan distante de la realidad. Eduardo no se acerca al perfil que, “mal dateados”, se hicieron los plagiarios: no es ingeniero ni ejecutivo de esos con títulos de la Javeriana o los Andes, posestudios en Europa y Estados Unidos y pertenecientes a la élite andina, que viaja en helicóptero privado y con una vida de lujo en clubes sociales.

El Eduardo Diazgranados que se llevaron es un enlace con la comunidad, un contratista menor, cuyo sueldo quizás no llegue a 4 salarios mínimos con el que sostiene a unos 7 hijos que tuvo con 4 mujeres diferentes; su humilde familia es de Santa Marta y no es ingeniero sino docente de artística, gestor cultural y un camellador incansable. Plagiar a Diazgranados es como hacerlo con un empleado de bajo nivel del Cerrejón, pensando que la angloaustraliana BHP va a desembolsar millones de dólares por su rescate.

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Conocí a Eduardo Diazgranados hacia finales de los 90, él era docente de educación artística en el Colegio Dar el Arkam, para entonces coincidimos en foros en los cuales se trazaban líneas gruesas para el desarrollo cultural de Maicao. Cuando Ovidio Mejía Marulanda resultó elegido alcalde, me propuso una comisión para ser responsable del sector cultura del Municipio; por mis compromisos laborales decliné, pero sugerí el nombre de Diazgranados, quien no solo no me defraudó, sino que se convirtió en un funcionario estrella de la Administración. Para entonces oficié como su asesor ad honorem y, juntos, emprendimos un periodo bonancible para la administración de cultura en Maicao. En el periodo de Diazgranados el municipio de Maicao asumió la entidad llamada Casa de la Cultura que era privada. Se creó por acuerdo la Biblioteca Municipal Miguel Ángel López que fue la primera en La Guajira en gestionar y recibir dotación del Ministerio de Cultura; se creó la estampilla pro cultura siendo el primer municipio del departamento en hacerlo, hoy es la principal fuente de ingresos del sector. Se creó el primer Festival de arte escolar, se diseminaron los procesos formativos a los barrios. En Maicao, recuerdan este periodo como el que mostró la institucionalidad cultural en toda su dimensión, por todo esto y más, el Fondo Mixto de Cultura premió a Diazgranados como el mejor director de Cultura del Departamento para entonces.

En Eduardo conocí un incansable gestor, un dinámico y creativo funcionario, no pasó mucho tiempo para establecer enlace con muchos sectores y hacerse muy conocido por su potencial en relaciones. Fue ese perfil de relacionista el que lo llevó al cargo que hoy ocupa y que se convirtió en su gran problema actual. Al retiro del cargo, fue docente oficial en el Colegio Rodolfo Morales de Maicao y luego lideró un convenio sobre fronteras con la Universidad de La Guajira.

Aunque con el tiempo, nuestra nutrida amistad, se vio aplazada por la distancia, siempre que hemos tenido contacto se revalida un mutuo aprecio y la añoranza de viejas calendas cuando éramos “uña y carne”, pues no había “mugre” en nuestra fraterna amistad. Eduardo siempre “moviéndose”, siempre camellando, siempre tejiendo nuevas amistades, relaciones, dando rienda a esa inteligencia política que sabe manejar.

Nos unimos a ese clamor que, desde el gremio de docentes, desde el sector de la cultura y las artes, desde sus familias, claman por la pronta libertad de este guerrero y humilde trabajador cuyos ingresos y estratificación socioeconómica harían impensable unas pretensiones económicas por su rescate.

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