A la vista una gran oportunidad. El turismo guajiro necesita reinventarse y gestionarse

Por Iván Jesús Alvear Velaidez -Director Ejecutivo Solera Travels*.

El ambiente para el turismo cerrando el año 2019 y arrancando el 2020 no podía tener un mejor clima a nivel mundial. Las proyecciones de la OMT (Organización Mundial del Turismo) promediaban la movilidad global de unos 1.600 millones de turistas, de los cuales 320 millones serían viajes de larga distancia (entiéndase aquel viaje que implica al menos un vuelo a otro continente) en otras palabras 320 millones de personas harían viajes y, entre estas llegarían a Colombia los 4.9 millones de turistas, meta que estableció el Gobierno Nacional.

Justo ahora la realidad transforma esta visión, desmonta las proyecciones y retrasa las acciones dejando al país y a las regiones en una coyuntura crucial. Pues se estima que por encima del 90 % del empresariado del turismo se ubica en la franja del emprendimiento y la micro empresa. Adicionalmente, la transversalidad y bondad del turismo en la irrigación de recursos, toca un amplio margen de población que abraza la informalidad y depende cotidianamente de este sector para su sustento. No obstante, tanto unos como otros, están viendo sus ingresos reducidos a ceros, mientras recuerdan las palabras del señor Presidente Iván Duque, anunciado el impulso al turismo hasta convertirlo en el nuevo petróleo de nuestra economía y por supuesto, nos corresponde decir: “el nuevo carbón para La Guajira”.

Sin contar con mercado nacional, el foco de La Guajira se venía perfilando en el turismo receptivo para el internacional (extranjeros), llegando a posicionarse entre los años 2016, 2017, 2018 y 2019 como el destino emergente de mayor crecimiento en el país, al alcanzar cifras que porcentualmente se movieron entre el 200%, 686% y 1.080 % de crecimiento de visitantes, eso fue pasar de 439 a 20.542 y cerrar con una cifra superior a los 40 mil visitantes, en su gran mayoría europeos y fundamentalmente de países como Italia, Francia, Alemania y España. Si bien esto ha generado una dinámica interesante haciendo crecer exponencialmente el número de prestadores de servicios turísticos (Agencias de Viajes y Operadores de Turismo, Hospedajes, Rancherías, Restaurantes, Bares y el resto de prestadores de la cadena productiva) motivando una inversión en territorios como Palomino, Riohacha, San Juan y los avances en infraestructura de soporte desarrollada por familias indígenas wayuu en el Cabo de Vela, Bahía Honda, Punta Gallinas, Nazaret y otros lugares de la Península; hoy reina la incertidumbre por el cese de actividades. Las proyecciones en tiempo, para el logro de la recuperación del destino se estiman entre 6, 8, 12 y quizás más meses.

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A pesar de las previsiones hay que resaltar y reconocer la importancia que ha tenido el turismo internacional para un departamento como La Guajira y, sin dudas es fundamental no perder de vista el alto potencial dado por las características del territorio, la cultura y su gente para aprovechar este mercado, que hace una pausa en su movilidad, pero que de seguro volverá. Pues no es gratuito que nuestro país figure en la lista de destinos que serían tendencia en 2020 según la influyente Asociación de Turoperadores de Estados Unidos (USTOA, por su sigla en inglés).

En pausa obligada y providencial, es el momento oportuno para evaluar. Resulta entonces fundamental pensar no sólo en un plan de choque o contingencia desde el punto de vista financiero, sino también desde la innovación. Cómo nos reinventamos, como generar ingresos desde el turismo sin flujo de turistas, ese es el reto.

Entonces, es preciso tener una visión clara de lo que somos, lo que aportamos y las proyecciones que tenemos como sector. En los últimos años hemos contado con datos referentes generados por Cámara de Comercio, Alturc Guajira, Anato Nacional, Procolombia y, Guajira 360°. Es el momento de consolidar y hablar claro. Nuestro sector en el territorio debe documentar el peso específico que tiene. Si bien es un trabajo que por naturaleza recae en el Gobierno, no es menos cierto que tiene una alta carga de responsabilidad en el sector privado. Pues en situaciones como la actual, es cuando pesa la formalidad al amparo de las cifras y los estudios del impacto socioeconómico con detalle y profundidad.

Las dinámicas del sector en La Guajira nos entregan cifras que registran alrededor de unas 1.400 unidades productivas directamente relacionadas con el turismo y entre las que se cuentan hoteles, hostales, posadas turísticas, rancherías, agencias de viajes, operadores de turismo, bares, restaurantes y, guías de turismo. Con una generación de empleo superior a los 7 mil puestos de trabajo. Sin contar aquí, con un segmento de vital importancia como lo es el transporte turístico, ya que por las características con que se mueve este en el territorio y al no ser considerado transporte formal de turismo, la mayoría de los prestadores permanentes y ocasionales no cuentan con registro nacional de turismo. Sin embargo, son estas cifras dignas de leer e interpretar el alto impacto que tienen en la economía del territorio y directamente en la población, lo que le hace meritorio de contar con medidas puntuales que permitan la superación de la crisis y que a su vez permitan el robustecimiento de la industria en el corto, mediano y largo plazo.

Es pertinente y urgente que el Gobierno Departamental en consonancia con el Distrito Capital y con los demás entes territoriales, formule un plan de contingencia que permita a los empresarios el acceso a recursos financieros, vía la identificación de líneas especiales a través de convenios con Bancoldex, para la colocación de recursos teniendo al estado como garante. O, a través de recursos de crédito traídos por los entes territoriales vía Findeter, para nutrir fondos especiales que permitan la colocación de recursos a través de un modelo ya probado como es Turismo Emprende, con líneas como capital semilla para emprendimiento y créditos o microcréditos para fortalecimiento. Con esto se lograría, no frenar el sector y favorecer su sostenibilidad y pensar en escalabilidad en medio de la crisis.

Finalmente esta crisis trae consigo, cambios en la prioridad de inversiones en turismo. Plantea el fortalecimiento y favorecimiento de las bases productivas, la implementación de modelos comunitarios, asegurar inversión, innovación, desarrollo de tecnología aplicada al turismo. En suma preparar realmente al destino, sobre la base de lo diferencial de sus productos y lo ya construido en los últimos 40 años. Preparar estrategias que nos permitan llevar «el destino al turista» y jalonar mercados especializados, por lo pronto a los cerca de 12 millones de turistas nacionales, incluidos ahí a los 4.3 millones de nacionales que en el corto plazo no realizaran viajes de larga distancia.

La ruta: adopción de un modelo de desarrollo sostenible del turismo; estudiar e identificar mercados; más emprendimiento (creatividad, conocimiento e ingenio); fortalecer las bases productivas; más productos – nuevos productos; encadenamiento productivo; más conectividad, promoción; comercialización; operación y, por ende crecimiento económico y social.

Hay que tener conciencia de que el trabajo que viene es duro y se requiere un equipo multinivel. Es el momento de unir los esfuerzos y crear esa gran cruzada por el turismo departamental. A la vista una gran oportunidad. Nos vemos forzados a una nueva realidad y de nuestra adaptabilidad (lo público y lo privado) dependerá el éxito o no de esta empresa.

Fotografía Solera Travels

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